HOJA DE CABECERA

Sonó el timbre de inicio de hora, 

cogí la hoja y la pegué en la pizarra. 

(¡Se hizo el silencio por un minuto!)

Empecé: quiero recordar que deben decirme si algo no se entiende en clase. Si son muy tímidos, me buscan en mi oficina, me envían un correo o lo dicen en el pasillo. ¿Se ha tomado la molestia de imprimirlo?, me dijo una alumna. "Y he sacado muchas copias si quieren llevarse alguna y tenerla como hoja de cabecera".

¿Era necesario y urgente hacerlo? Quizá urgente no, pero sí necesario. Sobre todo en los primeros años, debemos repetirles (una y otra vez) que ellos están en la Universidad para aprender y que si tienen muchas dudas sobre el curso, una buena idea es acudir al profesor. Y así, lo ayudan a resolver su gran temor: no ser entendido.  

¿Funcionó la hoja? En esa misma clase, por arte de magia también, dejaron el miedo y me invadieron con sus preguntas, incluso de temas que había explicado hace tres semanas. Ese día tenían su primera práctica, veía cómo chequeaban sus apuntes desde la primera clase y me decía: ¡son lo máximo! ¡Se la saben todas! 

Intenté resolver todas sus inquietudes y les pedí que procuren expresar sus dudas en el momento de su explicación.   

La lección ha terminado.

¿Alguna pregunta? a su profesora.